El Mundo Edición Barcelona - 3 de Noviembre de 2000

COMO UNOS CLÁSICOS

Escenario: Palau d'Esports. Fecha: 1 de noviembre.
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BARCELONA.- Las consecuencias del triste cierre de Zeleste empiezan a hacerse palpables: Barcelona ya no acoge tantos conciertos de capacidad media, de los que pueden convocar a unos 2.000 espectadores, como hace unos meses. Por eso, muchas de las actuales giras están pasando de largo; mientras otras, las menos, todavía prefieren recalar por aquí, arriesgándose y buscando recintos alternativos al del Poblenou.

Este ha sido el caso del grupo británico Jethro Tull, la veteranísma formación liderada por el flautista y cantante Ian Anderson que, después de reaparecer hace un par de temporadas en un Zeleste repleto hasta la bandera, ahora ha vuelto a Barcelona para actuar en un Palau d Esports habilitado al 50 por ciento, congregando a unas 3.000 personas, que no llenaron ni de lejos el aforo dispuesto.

Un público tranquilo y maduro, del que ya peina canas si no luce calvas, y al que no le importó que durante el concierto estuviera terminantemente prohibido fumar, se acercó el miércoles por la noche al local de la calle Lleida para rememorar una vez más lo que fue una parte destacada de la banda sonora de su inquieta juventud, con temas como Thick as a brick y Aqualung, interpretadas al principio y al final del concierto, respectivamente, como principales abanderados de un repertorio que no necesita renovarse, entre otras cosas, porque nadie se lo ha pedido al grupo, ni falta que hace.

Lo único que actualmente interesa de Jethro Tull es que siga sonando exactamente igual que hace 25 o 30 años, cuando su música brillaba con luz propia, situándose en un punto equidistante entre el rock, el folk, el sinfonismo, con matices de jazz y de blues y la componente teatral de su tratamiento vocal y de sus puestas en escena. Como si se tratara de unos juglares eléctricos y lisérgicos que viajaban a lomos de una modernidad que fue superada hace mucho tiempo, Ian Anderson y los suyos mantienen incólume el espíritu que les animó y les inspiró durante una época que ha entrado a formar parte de la historia. Pero los años no perdonan y cuando se contempla al líder del grupo aparecen las dudas sobre la capacidad de las viejas estrellas del rock para saber envejecer con dignidad.

La ventaja con que cuenta Jethro Tull es que, ni en aquel lejano entonces ni ahora mismo, nadie hizo ni hace nada similar a lo que este grupo toca; en todo caso, si alguien se les pareció o influyó en ellos dejo de existir hace mucho tiempo. Y gracias a ello, a las puertas del siglo XXI, Anderson y sus bregados colegas pueden seguir viviendo de las rentas del pasado.

Eso sí, el famoso numerito que ya le vimos realizar al flautista en su primer concierto por aquí, en Badalona, allá por 1974, cuando sacó un teléfono al escenario, ha cambiado: ahora utiliza un móvil.

FERRAN RIERA 

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